Quito despidió ayer a Walter Garzón con un
aguacero torrencial, tenaz, que se precipitó a pleno mediodía sobre el centro
de la ciudad. “¿Porqué llora tanto?” es un quiteñismo que se usa en estos casos
y reflejaba el sentimiento que nos embargaba a muchos de los presentes en la
Plaza Grande. Como todos los días miércoles los familiares y amigos de personas
desaparecidas nos encontramos allí a compartir nuestro dolor, a expresar nuestra
inconformidad, a exigir de las
autoridades:¡JUSTICIA Y VERDAD¡ Teníamos además un motivo especial para estar
allí: la partida de nuestro querido compañero Walter Garzón, mentalizador y
organizador de ASFADEC, fallecido dos días antes en Bogotá, por problemas de
salud atribuibles al amor a su hija Carolina desaparecida el 28 de abril del
2012 y a la depresión de no encontrarla ni tener rastros de ella hasta la
actualidad.
Cuando la lluvia arreció no fue impedimento
para que varios participantes decidieran continuar con el evento, empapándose
con el agua que caía a raudales. Ahí permanecieron inconmovibles Telmo Pacheco,
Presidente de ASFADEC, su hija, su hermano, el compañero de su hija. También
Luis Sigcho, obrero eléctrico, el primer Presidente de la Asociación. Ahí
estuvo Lidia, megáfono en mano, tratando de que su voz le ganara en volumen al
aguacero, haciendo honor a su apodo de “Dama de Hierro”; ahí se quedaron Verónica y Luis con el retrato de
Walter y su leyenda: ¡Los que mueren por la vida, nunca mueren¡ Estuvo un joven
amigo solidario con su bicicleta. Si Jaime Guevara no estuviera impedido
físicamente por su accidente, seguramente también habría aguantado el diluvio.
Formaban una imagen épica, barroca, sublime, era como si el tiempo se hubiera
detenido. El tiempo objetivo no existe, solamente el que marca los episodios
más importantes de nuestras vidas.
La Plaza Grande quedó desierta: sin jubilados
que fueron los primeros en ponerse a buen resguardo, sin turistas tomando fotos
apuradas, sin lustrabotas, sin vendedores de agua de coco, sin policías
metropolitanos en sus nuevos cochecitos, sin chapas, sin pesquisas, sin
provocadores ni acólitos luciendo sus camisetas verdeflex. Las bandas y las
fanfarrias contratados por el alcalde para publicitar sus megaobras de cables y
cemento también se callaron. La marcha de los moradores que protestaban contra
las grandes obras de hierro y cemento se disolvió. La Plaza quedó tan desierta
que dio la impresión de que hasta el poder había desaparecido. Por un segundo
se me cruzó la idea de organizar una fiesta con mis amigos anarquistas.
Guareciéndonos en el portal arzobispal
acompañábamos el gesto heroico, los mortales comunes y corrientes que no
estuvimos dispuestos a mojarnos. A mi lado se encontraban Doña Celia, madre de
Camilo Tobar, y su amiga; casi nunca faltan a los plantones, las dos sobrepasan
los ochenta años y estaban preocupadas porque el servicio del trole se había
suspendido. Pero luego todo volvió a la normalidad. El problema fue recoger las
pancartas y los retratos empapados de las decenas de desaparecidos cuyas
familias han autorizado se los exponga en los eventos de ASFADEC. Otras fotos
de desaparecidos ya no se exponen porque sus familiares prefieren cobijarse en
otra organización paralela formada por gente cercana al gobierno. En las
pancartas hay personas de toda condición, pero predomina el grupo de las
mujeres jóvenes que según las estadísticas oficiales corresponden a la gran
mayoría de las personas desparecidas.
En esta grave problemática social de la
desaparición de personas, que forma parte de un contexto social de maltrato y
violencia, la presencia y la actividad de Walter Garzón y de ASFADEC han
marcado un antes y un después. Antes, cada familia por separado trataba de
buscar a sus seres queridos en la más completa soledad, confiando en que las
entidades del Estado relacionadas con el tema hicieran algo por buscarlos.
Desde mediados del 2012, gracias a la organización, la movilización y la
presión de los familiares, se han obtenido logros como una campaña de recompensas
por los medios de comunicación, la conformación de una unidad especializada de
la Policía para la investigación de estos delitos (DINASED) e inclusive
entrevistas semestrales con el Presidente de la República y las autoridades
competentes para dar seguimiento a algunos casos en investigación. Sin embargo,
para que las buenas intenciones y las entidades creadas se traduzcan en
resultados concretos, falta mucho trecho todavía. De todas maneras el camino
está iniciado, se ha generado la conciencia de que la unidad hace la fuerza.
Por eso el lema de ASFADEC dice: ¡Solos los perderemos! ¡Unidos los
encontraremos! Walter lo ideó.
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