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Foto: Periódico el Macarenazo de Colombia. Walter en una concentración en la embajada colombiana |
Homenaje póstumo del Movimiento al Socialismo (MAS)
Conocimos a Walter Garzón en los primeros días
de mayo del 2012, cuando llegó a Quito con el objetivo de buscar a su hija
Carolina Garzón Ardila, que había desaparecido pocos días antes de la casa
donde vivía transitoriamente con algunos amigos. Por cerca de dos años tuvimos
la oportunidad de compartir su lucha incansable y enriquecernos con su aporte
político, ideológico y humano.
Walter no podía estar quieto ni un minuto; las
24 horas del día le resultaban cortas para todo lo que hacía: reuniones en la
fiscalía, en el Ministerio del Interior y diversas dependencias del Estado que
tenían que ver con el tema de la desaparición, lecturas de los expedientes, de
la prensa, de la Constitución y todo lo relacionado con los derechos
humanos. Pero lo más importante de la
actividad diaria de Walter fue su vinculación con la gente, con todo tipo de
gente y, en primer lugar, con los padres, las madres, los hermanos, los
parientes, los amigos de las personas
desaparecidas en el Ecuador. Fue así como mentalizó y organizó, en primer
lugar, el Comité “Buscamos a Carolina” y luego la Asociación de Familiares y
Amigos de Personas Desaparecidas en el Ecuador (ASFADEC) que logró unir y
organizar a los que no tienen voz y pasará a la historia como una organización
emblemática de los derechos humanos.
Recordamos, los que estuvimos cerca de él en
esos aciagos días, su obsesión por ubicar todos los carteles pegados en las
vías públicas, -y que muy pocos prestamos atención en el trajín diario- con las
fotos de personas desaparecidas y un anuncio que dice: ¡ayúdanos a
encontrarla(o)¡. Luego de tomar los datos localizaba a los familiares y les
brindaba su mensaje de esperanza, de ánimo, de dolor compartido.
Walter se ganó la simpatía, el apoyo y la
admiración de mucha gente que ha experimentado, no solamente el drama de la
desaparición, sino de la impunidad ante los asesinatos, el femicidio, la
indolencia de los funcionarios públicos, de la policía, los trámites tortuosos,
la falta de resultados, en general, la ausencia de justicia, pues, como dice
una de las consignas que gritan los familiares en la Plaza Grande: ¡la justicia
también se halla desaparecida¡.
Con firmeza, con valentía, sin altanería ni
grosería, pero sin amilanarse ni agachar la cabeza, enfrentó siempre a los
agentes estatales y paraestatales que pretendían apagar su voz, neutralizar su
fuerza, acallar las protestas, disimular las duras realidades sociales, alargar
los plazos hasta el infinito, dejar que el manto del olvido cubra las
injusticias flagrantes que todos los días cobran víctimas en el Ecuador. Por
eso no es exagerado afirmar que sentó una cátedra de lucha y fue un pionero,
ejemplo de una causa social, humana, digna y trascendente. Volvió a recrear una
situación que años atrás la protagonizó la familia Restrepo -coincidentemente
de nacionalidad colombiana- ante la desaparición de sus dos hijos adolescentes
desaparecidos durante el nefasto período del presidente Febres Cordero.
No podemos dejar de mencionar en este homenaje
a Walter Garzón, su labor de militante socialista revolucionario. Desde su
juventud Walter estuvo vinculado al movimiento obrero y al Partido Socialista
de los Trabajadores, en cuyos principios teóricos y su accionar en defensa de
la clase trabajadora y todos los desposeídos creía firmemente. En tal condición
fue muy importante su aporte al Movimiento al Socialismo del Ecuador, hermano
menor del PST, parte del partido internacional, la Liga Internacional de los
Trabajadores-Cuarta Internacional (LIT). Era el más puntual en asistir a las
reuniones del núcleo partidario y siempre nos alentó a cumplir a cabalidad
nuestras tareas militantes. Hablaba poco, prefería escucharnos, se interesaba
mucho por comprender la realidad ecuatoriana y cuando intervenía lo hacía con
propiedad y conocimiento de causa. Nos alentó desde el comienzo a vincularnos
con las organizaciones de trabajadores, pero debemos reconocer que los años
2012 y 2013 no fueron los mejores para alcanzar dicho objetivo, por el dominio y el control que tenía el régimen
de Correa sobre el movimiento social y también por nuestras limitaciones
políticas.
Sobre nuestras conciencias recae ahora una gran
responsabilidad: continuar con el legado de un gran compañero que supo luchar
por los desposeídos con las banderas del internacionalismo, del sindicalismo
revolucionario, del amor de padre, del amigo, del militante, del defensor
inclaudicable de los derechos humanos. Nuestra deuda y nuestro compromiso es
construir un partido revolucionario en el Ecuador como herramienta para
encontrar a Carolina y a los demás desaparecidos, para continuar en el combate
por una sociedad sin exclusiones: el SOCIALISMO, en honor a uno de nuestros
mártires que el capitalismo nos ha arrebatado tempranamente.
Querido Walter, recibe a nombre del MAS
ecuatoriano nuestro reconocimiento y afecto, que quizá puede resumirse en una
palabra: ¡GRACIAS! Gracias por tu ejemplo de lucha, gracias por compartir tus
conocimientos y experiencias, gracias por enseñarnos a ser consecuentes con los
principios y la ética revolucionaria, por saber valorar a todos los compañeros
y a la gente más sencilla, por transmitir alegría aún en las circunstancias más
difíciles, gracias por todo. Nuestra gratitud hacia ti es extensible por
supuesto a la organización en la que tú militaste muchos años: el PST-LIT-CI, al
cual le debemos tantas enseñanzas valiosas, especialmente a compañeros como
Lucho que han participado en varios eventos de nuestro movimiento. También a
personas como Alix Mery, a María Espinosa por su valioso aporte jurídico y
humano, a Lina María, a Alba, a ASFADEC y otros amigos que han participado en
tantas actividades relacionadas a la búsqueda de nuestra amiga y compañera
Carolina.
¡CAMARADA WALTER: PRESENTE! ¡HASTA EL SOCIALISMO SIEMPRE! ¡NUNCA TE
OLVIDAREMOS!
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